jueves, 17 de diciembre de 2009

Periodista denuncia a periodista

Buscando en la Internet en mis acostumbradas tardes de ocio encontré este post de Paola Ugaz (participe de la reveladora fotografía de Agustin Mantilla en el restaurante “Fiesta”). Aunque ya pasaron unos días me parese interesante ponerlo, ya que cuenta como presencio el momento en que el periodista y amigo de ella hasta ese entonces Américo Zambrano (premiado por la Mejor Investigación Periodística de un Caso de Corrupción en Latinoamérica, que es entregada anualmente por Transparency International Latinoamérica (TILAC) por revelar los vínculos de miembros de la familia Sánchez Paredes con el narcotráfico) pide dinero a una persona a la que investigaba semanas atrás para la revista en la que trabajaba, argumentando que su madre se encontraba grave de salud cuando en realidad esta no estaba enferma.

Aquí el post completo y con entrevista de por medio que le hicieron a Paola Ugaz en el blog Lamula.pe sobre este tema:
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A PUBLICAR
Es por ese agradecimiento eterno que le tengo a la revista Caretas que debo hacer público lo que presencié detrás de bambalinas, el pasado 19 de octubre: a un periodista pidiendo desesperadamente dinero a una persona a la cual investigaba semanas atrás para la revista en la que trabajaba de editor, para –según argumentó- sacar de la clínica a su mamá que –después de mis averiguaciones periodísticas- se encontraba de buena salud en su casa, ubicada fuera de la ciudad de Lima.
El post es publicado casi dos meses después porque quería informar a los directivos y mis compañeros de la revista del hecho del que fui testigo y cotejar hasta el último milímetro, toda la información que sale hoy ante sus ojos, lectores del blog de Larryportera.
Todo empezó en la mañana de ese día -que ya era complicado porque había dormido poco, ya que un familiar mío estuvo enfermo y me tuvo en pie toda la noche- con una llamada de Blanca Burmester -a quien solo había visto una vez en mi vida- a mi teléfono celular, en la que me pedía una cita con urgencia, y en la que en un principio me negué, porque estaba cansada y con un humor de perros, tras la noche en vela.
Acepté de mala gana y nos encontramos en un café de Miraflores que queda cerca de su departamento y apenas me vio, puso encima de la mesa, el documento Nacional de Identidad del periodista Américo Zambrano Romero, y me dijo –para mi estupor- que él lo había dejado dos días atrás con el portero de su edificio, porque la buscaba con ansias y ella no conocía el motivo, aunque sospechaba que era para pedirle dinero.
Burmester me dijo, “sé que ustedes no me creen y creen que yo soy la mala de esta historia que inventó Américo Zambrano, yo no tengo que ver en nada y ahora viene a buscarme. La única manera de que ustedes se convenzan (se refería a mi mentor y amigo, el periodista Gustavo Gorriti; y a quien Burmester había llamado antes que yo, pero que en esos días, se encontraba fuera de Lima), es que seas testigo de lo que él quiere decirme”.
En ese entonces, yo me consideraba amiga, además de colega de Américo Zambrano.
La osada idea de Blanca Burmester era que vaya a la sala contigua al comedor principal del departamento y sea la testigo secreta de la conversación entre Américo Zambrano y ella, hecho que al principio me negué, pero al que terminé aceptando, asumiendo que sería testigo de un diferente desenlace de los acontecimientos.
Ingresé con la joven asistente de Blanca por el ascensor de servicio al departamento, al tiempo que ella se encontraba con Américo Zambrano en el lobby del edificio y subían juntos por el ascensor normal.
Desde que arrancó la conversación, sentí una cachetada que me remeció: Blanca Burmester le increpó a Américo por sus malas prácticas periodísticas y le puso como ejemplo, el dinero que había recibido en simultáneo por el asesor de un político y de una empresaria, para realizarse una cirugía de menor cuantía; hechos que no fueron negados por el periodista y sí confirmados, ante mis asombrados oídos.
Luego, le habló de la nota que quiso publicar en portada de la revista Caretas (Y que salió en CARETAS 2093* - 27 de agosto de 2009. Ver información mas abajo-) donde presuntamente buscaba exponer un chantaje que ella le había realizado a nombre de los Sánchez Paredes, a raíz de un encuentro que tuvo Américo Zambrano con Orlando Sánchez Miranda, con la ayuda de Blanca Burmester y que salió publicada en la edición 2052 de Caretas, del 6 de noviembre de 2008.
En ese momento, Américo Zambrano le pidió repetidamente disculpas y le echo la culpa de esa publicación –que salió en la sección de Mar de fondo de la revista- a Marco Zileri, a Jaime Bedoya y le atribuyó a Enrique Zileri, errores productos de la vejez por haber dejado publicar esa nota sobre Blanca Burmester, quien fue colaboradora eficaz en el caso que se le siguió al capo del narcotráfico, Fernando Zevallos, al haber sido Jefa de Comunicaciones en la extinta aerolínea, Aerocontinente.
Zambrano negó en todo momento su responsabilidad en la nota para pasar inmediatamente a pedirle dinero a Blanca Burmester para sacar de la clínica San Felipe a su mamá.
El entonces periodista argumentaba que en la revista no le habían pagado la liquidación -que según afirmó- le correspondía tras su salida de Caretas y que estaba en una situación desesperada y que necesitaba de su ayuda monetaria.
Por un puñado de miles de soles, se vendía un periodista respetado y querido por todos –me incluyó en el grupo- un joven que forjaba una carrera siguiendo a los malos y que había ganado en el mismo año, el 2007, el Premio a la Mejor Investigación Periodística de un Caso de Corrupción en Latinoamérica, concedido por Transparency International Latinoamérica (TILAC) y el Instituto de Prensa y Sociedad (IPYS) con el auspicio de Open Society Institute (OSI).
Zambrano recibió esos premios que llegaban a los 20 mil dólares, por las notas que publicó sobre el clan de los Sánchez Paredes.
Fueron cachetadas y ramalazos en el cuerpo los que uno siente cuando es testigo de un hecho tan doloroso: el derrumbe moral de un periodista que investigó por muchos años a los Sánchez Paredes y que, ahora, le pedía dinero a la persona que iba a ser la protagonista de un reportaje de denuncia por presunta extorsión en la revista Caretas.
Américo Zambrano Romero pudo ser uno de los mejores periodistas de su generación.
Y su voz era otra, su respiración era entrecortada y su desesperación por el dinero ocupaba toda la habitación.
“Mi mamá está enferma, eres la única persona que me puede ayudar. No lo tomes como un chantaje”, decía una y otra vez Américo Zambrano, para mi estupor y el de todos los que lo respetábamos, hasta ese día.
Mientras tanto, Blanca Burmester, a su vez, sufría un ataque de nervios por encontrarse frente a frente con quien meses antes había buscado involucrar en una investigación periodística que finalmente salió en la sección “Mar de fondo” de la revista Caretas, y en la que de refilón, se publicaban inexplicablemente amenazas al celular de Américo Zambrano.
Esa nota en contra de Burmester y que se publicaría en la revista Caretas, iba a perjudicar de rebote, a su ex enamorado, el periodista de investigación, Miguel Ramírez, quien coincidentemente había compartido el premio que entregó IPYS en el 2007, y una de las personas en las que mas piensa el capo del narcotráfico, Fernando Zevallos, cuando se levanta cada mañana, en su celda de Piedras Gordas.
“Blanca, todo fue una calumnia, yo nunca quise hacerle daño a Miguel. Estoy aquí de la manera mas transparente, estoy dispuesto a hablar en audio o en video sobre tu inocencia. No voy a decir, Blanca me prestó y me obligó a que no publique. Yo puedo hacer muchas cosas, filmar, grabar. En la revista no me han pagado nada, ni CTS, necesitó dinero porque mi mamá esta mal”, señaló Américo Zambrano (de acuerdo a un audio de 33 minutos y 18 segundos que está en poder del blog de Larryportera).
Luego, Blanca Burmester entró a la sala donde me encontraba porque necesitaba tomar un vaso de agua, y al salir se fueron con Américo Zambrano, y una acompañante a una institución financiera, a solicitar el dinero que pedía el periodista.
Pero, antes de hacer este paseo, Blanca Burmester había hablado con el agente sectorista para decirle que le niegue el préstamo que iba a solicitar por carecer de fondos.
Una vez que le informan a Américo Zambrano que el préstamo no iba a salir, éste se derrumba en la silla y no sabe a que atinar. Está ojeroso y desesperado. Esta visita a la institución financiera está registrada en vídeo, con la fecha del 19 de octubre en horas de la tarde.
HABLA AMERICO
Ayer -9 de diciembre- recibí un correo electrónico de Américo Zambrano que reproduzco a continuación:
Pao, desde hace unas semanas corren los rumores de que Blanca mehabrìa grabado supuestamente “extorsionàndola”, lo cual es muygracioso. Lo que sì creo que pasò es que ella se aprovechò de unaconversaciòn, posterior a mi salida de Caretas, en la que yo le digoque mi madre està enferma. Pero creo que a estas alturas nada mesorprende en ella.
Afortunadamente la conversaciòn se dio cuando yo había ya renunciado aCaretas y cuando la nota en que la menciono como la relacionistapública de Orlando Sánchez ya había sido publicada en Mar de Fondo. Esobvio que ella tenía que vengarse y si tiene una buena arma esa es sulengua y presumo yo secundada por Miguel Ramírez. Sea como fuese hoyme llamó una persona diciendome algo así: “Paola Ugaz también ha escuchado a Blanca y le cree”. Yo me reí pero igual decidì escribirte.Cualquier cosa llàmame al XXX-XXX-XXX
Un besoAmérico.
EPILOGO
Escribir esta nota ha sido muy doloroso de hacer para mí porque escribo de alguien a quien admiré sinceramente, por ello, cada línea me ha tomado mas tiempo de lo normal y porque me advirtieron, traería consecuencias para la investigación judicial que se les sigue a los Sánchez Paredes.
Es decir que la revelación de esta información sobre Américo Zambrano jugaría a favor de la familia investigada por la justicia.
Considero lo contrario, este post contribuye a esclarecer a los buenos de los malos periodistas, a separar la paja del trigo y acabar con hechos, con la siniestra frase que se escucha cada día entre nosotros: otorongo no come otorongo. No, al menos no hoy.

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